Castell de Santueri 2017  Y Kadaré: con los pies en la tierra

Estas son las viñas y la tierra de Falanís. Un proyecto de recuperación del entramado vitícola y social de esta zona de Mallorca tras el que encontramos a Miquel Ángel Cerdà y Pere Obrador, más conocidos por su bodega Ánima Negra. En esta ocasión apuestan por dar visibilidad y continuidad al trabajo de los viticultores de Felanitx, que tras el cierre de la antigua cooperativa local a la que entregaban sus uvas, se vieron abandonados a su suerte. A través de este precioso proyecto, Miquel y Pere elaboran una gama de vinos desenfadados y campechanos, con base a las uvas autóctonas y mucha alma "payesa".

Felanitx fue una zona de gan importancia vinícola durante el siglo XIX, estando su casco urbano repleto de pequeñas bodegas. Pero con la llegada de la filoxera el sector vitivinícola casi desapareció. A principios del siglo XX vive un nuevo resurgir gracias a la cooperativa que forman,  el “Celler Cooperatiu” de Felanitx, que revitalizó la dañada economía de la zona. En activo hasta finales de los ochenta, el emblemático edificio (que podemos ver en la foto) vuelve a formar parte del mundo del vino balear gracias a Terra da Falanis, ya que las uvas del Castell de Santueri Rouge (en cuya etiqueta se puede ver el dibujo de este precioso "castillo" actualmente abandonado)  proceden precisamente de uno de los viñedos propiedad del antiguo “Celler Cooperatiu”.

Tinto Castell de Santueri Rouge 2017. Variedades: Callet, Mantonegro y cabernet Sauvignon. Terra de Falanis. IGP Mallorca.

 

Elaborado con las uvas locales Callet, Mantonegro y reforzada su estructura con la Cabernet Sauvignon, cuenta con una breve crianza de 6 meses en barricas de roble francés y americano.

Apuntes de Cata: Vamos a encontrarnos con un vino de medio cuerpo. No te esperes la bestia negra, sino un precioso vino de luminoso color rubí. Tiene una nariz muy sincera, franca, donde sobre todo me vienen recuerdos a bosque mediterráneo: tomillo, espliego, romero, jara... En boca lo primero que aparece es su fruta roja estilo cereza, guinda... y al final otra vez esa sinfonía mediterránea que es como dibujar con aromas el paisaje de Mallorca. Excepcionalmente suave y aterciopelado, tiene una estupenda retronasal que alarga esas sensaciones de pinos al sol... Un vino inmediato muy placentero, para todos los gustos y bolsillos, que radiografía muy bien la tierra que ve nacer a sus uvas. 

 

Cuándo me lo tomo: No estamos para esperar en estos tiempos que corren. Pero el vino mantendrá su buen rollo algunos años más.

Cuánto cuesta: 14 euros

Con qué me lo tomo: Sueño con una coca mallorquina y ahora que todos los chefs están como locos publicando video recetas seguro que encuentro alguna que coincida con mi despensa. 

 

 
 

Y mientras cato, leo...

Crónica de piedra. Ismail Kadaré.

 

A lo mejor os preguntáis qué puede tener en común un vino mallorquín con un libro que transcurre en una pequeña ciudad albanesa, Gjirokastër, y que está ambientado en la Segunda Guerra Mundial. Y sin embargo os puedo decir que en mi opinión, ambos cuentan con muchos nexos comunes.  Crónica de piedra es una joya que habla de una manera poética sin dejar de ser real, con un lenguaje sencillo que al tiempo denota una gran profundidad; trata de las cosas pequeñas que nos hacen grandes, de la barbarie y la violencia más inexplicables, pero también del poder que tenemos cuando nos unimos, de todo lo bello que se esconde en el horror. Y todo esto, con esa mirada límpida de un niño que luego se hizo escritor. Un libro "telúrico" que no hace sino recordarme a los viticultores de Felanitx, a su empeño de mantener viva la tradición de sus viñas y sus vinos, a los grandes esfuerzos, a los fracasos que encierran esas paredes desconchadas que vivieron tiempos mejores, pero que siguen vivas a través de esas "crónicas" de piedra, de vino, de tierra y de hombres.