Campo Elíseo:François Lurton y sus verdejos

Viejas viñas de verdejo en la meseta de La Seca,a 700 metros sobre el nivel del mar. 

En la mitología griega los Campos Elíseos, Elysium, son el paraíso donde descansan las almas heroicas y virtuosas, aunque también, etimológicamente, es el "lugar alcanzado por el rayo" y por supuesto, ¿quién no los vincula a la gran arteria de París y a su Arco de Triunfo? Pues desde hoy otra acepción se suma a las comentadas, ya que es el nombre escogido por el enólogo François Lurton para sus vinos en nuestro país.Campo Elíseo, en singular, el campo donde descansan sus "virtuosas" viñas, esperemos que bien a salvo de todo rayo. 

François Lurton desembarca en 1980 en Rueda, comenzando su asesoramiento de bodegas y pronto se enamora de esta tierra y sus vides,comenzando en 1992 con el proyecto de los Hermanos Lurton, en activo hasta el 2007, cuando se separan. Vital y aventurero, no ha dejado de buscar terroirs a lo largo y ancho del mundo, contando con bodegas en Argentina (Mendoza) y en Chile. Sin olvidar su bodega en Languedoc Roussillon, en un terruño muy peculiar. 

En España, en asociación con Dany y Michel Rolland, crea Campo Elíseo, un proyecto con el que extraer todo el potencial de la verdejo y la tinta de Toro desde su visión francesa del terroir y su obsesión por lo ecológico.

A principios de julio tuve la suerte de poder visitar tanto sus viñas como su bodega de La Seca y realizar una interesante cata vertical de las dos líneas de sus verdejos: Cuvée Alegre y el top Campo Elíseo, además de catar un par de añadas de sun tintos de Toro. Lo quiero compartir con vosotros porque me ha gustado mucho esa concepción "francesa" de entender nuestra uva y porque de verdad, su bodega merece una visita. Una bodega boutique enclavada en una casa solariega en la que han recuperado sus cavas subterráneas del XVII. No se puede pedir más. 

Las viñas

Situadas a 700 metros sobre el nivel del mar en la meseta de La Seca, visitamos sus viñas más top, 12 hectáreas y media de viejo viñedo en vaso de verdejo, que se ha reconvertido a espaldera, con las que elaboran su Campo Elíseo. Son viñas que han entrado en la cuarentena (como la que escribe), con una productividad de unos 5000 kg/ha, acostumbradas a "buscarse la vida", con una gran capacidad de autorregulación, lo que las permite estar en secano y extraer una gran concentración aromática y fenólica. Un viñedo ecológico, como todo lo que toca François Lurton,  que le proporciona sus propias levaduras para dar personalidad a sus vinos.

 

El terroir

Simplemente observar esos precioso guijarros redondeados nos hace conocer su pasado aluvial y es que estamos ante un antiguo lecho del río,  con gran concentración de grava, muy drenante, recorrido por ricas aguas subterráneas.

El influjo del Duero es muy poderoso, componiendo bajo esos cantos rodados, un conjunto de suelos pobres, bien drenados, mezcla de arena y arcilla, ricos en calcio y magnesio,fáciles de cultivar pese a ser pedregosos. Una maravilla.  

La bodega

 

Como muchas de las cosas buenas que nos pasan, Lurton encuentra por casualidad esta  preciosa casa solariega que data del siglo XVII, propiedad de un antiguo alcalde de La Seca, de la que quedan enamorados, más cuando descubren que la casa esconde una impresionante red de galerías subterráneas,situadas a diez metros bajo tierra. Tras rehabilitarlas, se convierten en el lugar perfecto para
vinificar los vinos de Campo Elíseo. Con
posterioridad y frente a la casa señorial construyen  un nuevo edificio para recibir y prensar la uva.

 

Las galerías

La temperatura natural de las galerías subterráneas es fresca. Incluso cuando la temperatura exterior supera los 40 grados, la bodega mantiene una temperatura perfecta de 12 grados, que puede descender a ocho en invierno. Por eso, no es necesario emplear energía para regular la temperatura. El clima natural, protegido del ruido y de agresiones externas, contribuye al proceso de maduración, lento y equilibrado.

 

A F. Lurton le encanta trabajar con diferentes métodos de elaboración y crianza. Uno de sus favoritos son los huevos de hormigón, que utiliza para el verdejo, la sauvignon blanc de la gama más fresca y jovial de sus vinos, sus Cuvée Alegre. Son perfectos para trabajar con las lías, una de sus grandes bazas, ya que con ellos puede realizar construcciones aromáticas complejas y aportar volumen a sus bocas, sin el aporte de madera que dan las barricas, de una manera más neutra. 

Las fermentaciones son muy lentas debido a las temperaturas constantes muy bajas y a que nunca se fuerzan con adición de levaduras, etc.  Una elaboración al  "chup chup de la abuela" que, aunque les da más de un susto, tiene su recompensa.

Para la gama top, los Campo Elíseo, trabajan con roble nuevo y con un fudre, que le aporta otro estilo de madera menos agresiva.

Las Catas

En la compañía de los platos de La Botica de Matapozuelos (especialmente destacables su ajoblanco de piñón y trucha y sus albóndigas de carrillera y setas), pudimos disfrutar y aprender con dos catas verticales, las de sus dos líneas de verdejo: la más fresca Cuvée Alegre y la más seria Campo Elíseo.

 

Cata de Cuvee Alegre 2014, 2017, 2018 y 2019.

Reconozco que me encanta lo que han conseguido en estos sus vinos más "asequibles", ya que han encontrado el equilibrio entre esa frescura y juventud tan de la verdejo y una cierta complejidad, untuosidad, sobre todo en boca, que los hace más versátiles para tomar en las comidas. Fue muy interesante ver cómo evolucionan. El más viejo, ese 2014 que fue la primera cosecha que realizaron, era casi un riesling, con notas empireumáticas, de cauchos, fruta de hueso y una boca opulenta. Si me empezáis a conocer, ya sabéis que es el que más me gustó, me encantan esas notas de evolución "elegante",me encanta que los años pasen así en los vinos.

La siguiente fue la 2017, que destacaba por una boca fresquísima, resultando estar aún muy vivo, gracias a ese gran trabajo que realizan con las lías. Muy seco, se nota que es más atlántico, una añada más fresca que se traduce en un vino más fresco. El 2018, que es el que está en el mercado en este momento, es el más "popular", muy placentero para beberlo ahora, con muchos aromas que te entretienen y una boca muy amable. El 2019, con su exultante juventud, pronto estará en el mercado y ya se le ven unas estupendas echuras, fue el preferido de muchos de mis compañeros de cata.

 

Cata de Campo Elíseo 2018 y 2017. Su vino más formal, más "adulto", es este 100% Fermentado en barrica de roble francés, fruto de la selección de las viñas más viejas de la bodega. La larga fermentación (sin maloláctica) tarda entre 30 y 60 días, utilizando únicamente levaduras autóctonas. En las barricas, las lías se remueven con regularidad durante los primeros meses. Después se deja reposar el vino y se inicia el proceso de crianza de 10 a 12 meses en la bodega subterránea.

El 2018 era una mezcla de notas amieladas y mentoladas, como de caramelo de menta y limón, muy atractivo. Me encantó por su delicadeza y al tiempo intensidad, con una boca redonda, suave, equilibrada, pero jugosa, con esos dejes finales de almendra cruda amarga que son tan propios de la verdejo cuando se cría con sus lías en barrica. El 2017 se encaminaba en un principio hacia el perfil de las mantequillas y lácteos, para luego abrirse hacia elegantes florales y fruta como el membrillo y el melocotón. Son vinos súper gastronómicos, que pueden acompañarte en una comida completa sin problema.

También catamos dos añadas de su proyecto en Toro, esa Tinta de Toro que tanta personalidad tiene, con esas preciosas viñas y terruños que se encuentran entre los más bonitos de España. Pero esa ya es otra historia, que merece su propio espacio. Continuará....