Los Varietales de Barón de Ley: un encuentro en clave de La

Varietal de mis amores. Ya sabéis de mi gusto por los vinos que representan bien su dni frutal. Y para eso, no hay nada mejor que optar por los varietales. Es decir, vinos elaborados únicamente con una variedad de uva. Si a ello se suma que sean uvas locales, de las que se plantaban toda la vida en la zona, pues mejor que mejor. Y si ya la apuesta varietal viene firmada por una bodega que no tiene necesidades comerciales en hacerlo, una bodega de las asentadas, en una zona que vende por sí sola ... pues me parece genial.

Barón de Ley  es una preciosa bodega enclavada en un antiguo monasterio de Mendavia, en la frontera de La Rioja con Navarra.  Reconvertido en "templo del vino"  a mediados de los 80, en ese momento fue cuando comenzaron a plantar sus viñas. Un viñedo que comenzó con menos de 100 hectáreas y al que se han ido añadiendo otras plantaciones. Así, a esta finca original seguirían más fincas y plantaciones, como Monte Araoz y Monte Jiménez en Mendavia, la incorporación de 100 has. de viñas viejas en Cenicero (Rioja Alta), y como proyectos ya más recientes,  la finca Los Almendros en Ausejo y la finca Carboneras, situada a 850 m. de altitud. De estas últimas proceden las uvas que han dado forma a los vinos de los que quiero hablar. Una nueva línea en la que abren horizontes hacia tintas riojanas minoritarias, como la garnacha, maturana o graciano, e incluso blancas como la escasísima garnacha blanca. 

Mayte Calvo es su enóloga desde 2002, y la "culpable" de modernizar y monovarietalizar una línea de vinos que comenzó siendo tradicional (centrándose en crianzas y reservas, muy a la riojana) y que cada vez vuela más libre. 

Cata de uvas. Comenzamos la noche de cata de la mejor de las maneras. Aprovechando que estábamos en pleno momento de vendimia, Mayte tuvo el detallazo de separar un racimo de cada variedad para que pudiéramos probarlo. No hay mejor manera de hacer completa una cata. Así pudimos probar uvas graciano, garnacha, tempranillo y maturana, para poder luego reconocerlas en los vinos que salen de ellas tras su transformación. 

Una experiencia preciosa y enriquecedora que muestra esa clara intencionalidad de que sus vinos sean fiel reflejos de su fruta. Solo deciros, antes de mostraros mis impresiones sobre esta gama de "monos", que son vinos concebidos con sencillez, para un consumo informal, pensados para el "terracismo" y el chateo, pero con nivel y calidad. El precio, 11 euros la botella, lo permite. Aunque el orden en el que yo los caté fue otro, permitidme cambiarlo en "aras" de mi interés narrativo. Y así, comenzar por la gran novedad, el vino cuya primera añada fue presentada aquella noche en sociedad: la encantadora Garnacha Blanca.

 

Blanco Varietales Garnacha Blanca 2016. La verdad es que es complicado encontrar blancos riojanos elaborados con garnacha blanca. A diferencia de en la costa mediterránea, donde esta variedad es muy utilizada, ya para vinos blancos, ya para las dulces mistelas, en Rioja ha pasado, quizá por su fama de oxidativa y  alcóholica, de puntillas, sin hacer ruido enológico. Una injusticia, porque la garnacha blanca, cuando se cultiva en busca de calidad y con mucho cariño, da lugar a vinos maravillosos. Y aquí tenemos uno de esos que a mí me gusta llamar "disfrutones". Un blanco que ha crecido enormemente desde que yo tuviera la suerte de catarlo en "petit comité" antes del verano y que se ha convertido en una señorita hecha y derecha. Muy floral, con notas de fruta de membrillo y de flor de acacia, a su atractiva nariz le sigue una boca fresca, con sus cítricos, con una buena acidez y un interesante toque salino. Se han integrado muy bien en el conjunto los dos meses de madera que tiene  (en forma de talcos y flores blancas), resultando cremoso, completo, largo... Todo ello es el resultado de un trabajo muy largo de batonage sobre lías. ¡Y qué resultado! Fue el favorito de la noche, un vino elegante, bien conjuntado, de los que se disfrutan.

Tinto Barón de Ley Varietales Tempranillo 2012. Elaborado con viñas situadas sobre los 800 metros de altitud, el destino primigenio de esta finca  era ser plantada con viñas para blanco, pero finalmente se plantaron uvas de la variedad tempranillo, dando lugar a un vino muy fresco y de buena acidez. Como sabéis que me gusta ser sincera, conmigo y con vosotros, es el que menos me gustó de todos y en mi opinión "despegaba" con sus otros hermanos. ¿La razón? En toda la línea varietal que vamos a ir degranando, la protagonista es la uva, que se diferencia, se muestra limpia y claramente, levemente acompañada por un toque de barrica. Aquí, sin embargo y a pesar de ser un 2012, es decir, un vino que ya ha tenido su tiempo de ensamblaje, la barrica (americana) imponía su sello de vainillas, pimientas, notas de bourbon, dejando asomar tímidamente la frutita roja de la tempranillo. En mi opinión, el peso de la madera debería ser mucho menor para que hiciera "juego" con el resto del "team" varietal.

Tinto Barón de Ley Varietales Garnacha 2014. Es lo que viene a ser un vino para terraceo, poteo, chateo o como lo digáis dependiendo de vuestra zona de procedencia y tipo de ociosidad. Con 6 meses de estancia en fudre (que es un tipo de barrica de gran tamaño), es uno de esos tintos que se beben, gracias a su ligereza y equilibrio, como blancos. Vamos, que ni te enteras. Eso no significa que no tenga identidad o que carezca de personalidad. Porque, muy al contrario, la tiene y mucha. Tiene, además, mucho "suelo", es decir, se nota especialmente el terruño en él. Garnachista a más no poder,  encontraréis notas ferruginosas, de especias, de flores marchitas... Si has tomado otros garnacha ya sabes que es una uva que marca, con fervorosos amantes y ardientes enemigos. Tiene que gustarte. Y a mí, me chifla. En boca es fresco, profundo, fácil y bien compensado. 

Tinto Barón de Ley Varietales Graciano 2014. La graciano es una variedad con una identidad frutal preciosa, de mis favoritas. De "patito feo " de los viñedos (dice la leyenda que su nombre proviene de "gracias, no"), ha pasado a protagonizar vinos mito como el Contino, demostrando así toda su personalidad. Esta es un versión para principiantes, para ir introduciéndote, sin casi darte cuenta, en un monovarietal de esta uva. Lo haremos a través de una nariz muy atractiva, de fresa ácida, pimienta, tiza, respondiendo así muy bien a lo que se espera de esta uva. En boca es fresco, ligero... a mí me gustaría con un poquito más de acidez, pero tal cuál es, es muy cómodo en boca. 

Tinto Barón de Ley Varietales Maturana 2015. Criada en roble francés, qué elegante y personal se muestra esta maturana. Una uva muy querida entre los "entendidos" que cuando se cuida,  florece elegante, con sus notas de flores azules, su buen peso de fruta roja, sus recuerdos a montes... Muy atractivo,  en boca es fiel a la filosofía de todos sus hermanos de "serie": desenfadado, facilito, redondo y agradable, con su  buena acidez, y en el recuerdo, sabores a yogur de fresa.

 La claves es La. Y es que, descubro el secreto, esta cata fue única y exclusivamente de y para mujeres. Yo no soy de esas separaciones, no me gusta formar parte de clubs/ asociaciones o similares que en vez de integrar, disgregan, pero al tiempo he de reconocer que, a veces, una quedada entre amigas, y más si somos todas apasionadas del vino, apetece. Así que me animé y me presenté en el Club Alma Sensai, un lugar maravilloso que te cautiva desde su entrada y que sí, es un club privado para mujeres. Construído en 1910, ocupa la que fuera casa de Carlos Jiménez Díaz, y se sitúa en esa parte de la calle Velázquez cercana al Retiro que era conocida como los Campos Elíseos de Madrid. Un espacio bello donde te sientes como en casa y  al que solo tienen acceso sus socios (principalmente mujeres y "algunos hombres buenos", según su web) y que fue un escenario perfecto para este encuentro de varietales y mujeres.