Aprendí a leer antes de ir a la escuela. El ser hija de padres mayores con hermanos "fuera de mi onda" me hizo ser una especie de "dummie" con el que mis queridos hermanitos probaban lo que estaban aprendiendo en sus carreras. Aída estudiaba magisterio, así que ese fue su regalo: poder leerme yo solita los cuentos desde muy pequeña, incluso poder leer el final antes de tiempo, un placer spoiler que aún hoy hago de vez en cuando. Aquella "falsa hija única" que no tenía con quién con jugar, disfrutaba montándose sus películas lectoras. Una vida paralela en la que me sumergía con tal intensidad que mi prioridad al despertame cada mañana, era coger mi libro de turno y que volaran las páginas... hasta que llegaba mi madre y me abroncaba por no haber hecho antes ni un pis (de desayunar, ya ni hablamos). Os cuento esto porque uno de mis momentos favoritos sigue siendo el lector y que, como ya soy mayorcita, gusto de leer en compañía de un vino. Ahora que Julia ya es más mayor y somos todos un poco más independientes, estos momentos van volviendo a ser habituales y he pensado que no estaría mal compartir con vosotros el libro que me estoy "bebiendo" junto al vino que cato. Espero que os gusten mis gustos, y si no, ya sabéis, quedaros solo con el vino.