Godellos y mencías: la identidad del Bierzo

Estas son las viñas de godello de la bodega Dominio de Tares. Situadas en el Bierzo Alto, en San Román de Bembibre, se encuentran en una ladera con hasta un 20% de desnivel.

El Bierzo es un lugar con magia. Cuando miras sus tierras de cultivo, microparceladas, dibujando ese maravilloso pachword de roturaciones diferentes, no puedes sino pensar en la enorme belleza de ese paisaje creado por el hombre. Pero también  te das cuenta de lo difícil que es convertir la explotación de esas tierras, herencias familiares, en un negocio rentable. La concentración parcelaria, con sus cosas buenas y sus cosas malas, no ha llegado a muchos de los municipios bercianos, por lo que nos enfrentamos a pequeñísimas parcelas, de menos de una hectárea, fruto de la división y subdivisión entre herederos durante generaciones y generaciones. Ay, ¡las lindes! Cuántas disputas no habrán protagonizado…

Más su debilidad ha sido, al tiempo, su fortaleza. Ya que esta microsegmentación, este carácter profunda, ancestralmente familiar de la vitivinicultura berciana, es lo que les ha impedido crecer desmesuradamente y les ha permitido ir a “su bola”, vivir en los márgenes del boom, conservando cepas poco productivas, variedades autóctonas, elaboraciones primitivas. Esa es la magia de la que hablaba al principio.

Dominio de Tares, una de las grandes bodegas del Bierzo y sin duda, de las primeras en ponerlo en el mapa gracias a su Cepas Viejas,  me invitó a conocer algunas de sus viñas, recorrer parte del Camino de Santiago, protagonizar una cata memorable de sus mencías a lo largo de los años y presentarme a su nuevo hijo: La Sonrisa de Tares, un godello para iniciarse en el vino. Y yo no pude decir no. Vamos, es que ni se me ocurrió decirlo.

Ahora que el calor aprieta pero que bien, os puedo asegurar que venir de turisteo al Bierzo es una opción genial para los que gustamos del turismo de interior. Ponferrada, su centro neurálgico, es una población preciosa, cuyo amplio casco histórico, presidido por su impresionante castillo templario, está plagado de encantadoras terrazas donde tomarte vinos, comer a “la berciana” (más o menos rollo obelix, osea, pide poco que las raciones son inmensas) y pasear por sus soportales de piedra, orillando la muralla. Hay, además, una etapa del Camino de Santiago de poco más de 10 km que nace muy cerca y que es super cómoda de realizar, con bastantes tramos entre viñedos, que puedes hacer sin tener una gran forma física andando, o si te apetece, en bici. Muy recomendable. Dicho lo cual, me voy a centrar un poco en los vinos, que es por lo que me lees. La verdad es que poder hablar con el enólogo que crea los vinos, en mitad de los viñedos, aprendiendo un poco el porqué de cada cosa, de dónde salen los resultados que luego encontramos en la copa, es un privilegio, hecho que intento no olvidar y procuro transmitir en lo que escribo. Rafael Somonte, actual director técnico de la bodega, es una persona joven y vital, que transmite mucha fuerza y seguridad, un enamorado de El Bierzo que quiere que sus vinos respiren esa identidad varietal que les hace tan característicos. Os resumo mis impresiones y espero que os haya trasladado las ganas de tomaros un vinete de estas tierras.

Mis apuntes:

Blanco La Sonrisa de Tares 2019. B. Dominio de Tares. DO Bierzo. 100% Godello

Esta es ya la cuarta añada del vino más desenfadado de la bodega, su La Sonrisa. Una etiqueta joven, atractiva, que acerca el vino a los que comienzan a introducirse en el mundo vinícola. Así, desde la imagen, un caleidoscopio de tonos verdes que también podría representar, de forma alegre, el dibujo de las parcelas bercianas, La Sonrisa es una ventana al lado más frutal, juvenil, aromático y fácil de entender de la godello, pero siempre conservando toda su tipicidad, la que procede de esas viñas con casi 20 años, situadas en una ladera de San Román de Bembibre con hasta un 20% de desnivel. Es un vino para sonreir, para tomar con los amigos, pero también para, si quieres, ir sacándole la paleta personalizada de aromas y sabores a la godello, para ir fijando recuerdos: cítricos, a manzana verde, algo de melocotón, con ese peso en boca característico de esta uva, que lo hace amable, casi cremoso, pero con acidez, nervio. A mí es que los godellos me encantan.

Cuánto cuesta: 9,50 E

Con qué me lo tomo: con unos mejillones al natural.

Su momento: Este verano atípico, para qué esperar más.

Tinto Baltos 2015. B. Dominio de Tares. DO Bierzo. 100% Mencía

El tinto más inmediato de la bodega es una manera perfecta de introducirte en el mundo de la mencía. En Baltos la uva emblemática del Bierzo se muestra sin maquillaje, sin parafernalias, en su esplendor frutal. Pero de una fruta que, procedente de viñas de más 40 años, ha encontrado su equilibrio. Un joven con "vidas pasadas", podríamos decir, que tiene solo un ligero paso por barrica y que ha reposado en botella un poco menos de un año antes de llegar a nuestras copas. Baltos toma su nombre del pueblo de Baltingo, familia dinástica que fuera soberana de diferentes reinos de Hispania y Galia y cuyo significado es "audaz".  Y sí, podemos decir que Baltos es audaz, porque es un vino vivo, despierto, pleno de fruta, que representa a la perfección su zona, su terruño y su uva.  Un vino en el buen sentido de la palabra "facilón", que bebes con gusto y sin miedo, ideal para irte de chatos o para recuperar esa sana tradición de comer a diario con tu copita de vino (o al menos cenar, ya con los "deberes" laborales hechos, que se ha demostrado que una copita al día ayuda a evitar problemas cardiovasculares nocturnos). Y yo, si lo dicen los médicos, lo llevo a rajatabla. Un vino para "mencíalovers", anuncian en bodega. Y yo añado que no solo para aquellos que gusten de esta variedad tan especial, sino también para "neófitos", que quedarán encantados con un tinto con personalidad que no chirría. En esta añada le encontré frutita negra y roja y aromas a hierbas aromáticas en nariz, mientras que la boca es, como es ya  firma de Baltos, fresca, bien compensada, poderosamente frutal,  largo, bien estructurado, un mencía de libro mostrando su cara más amable y juvenil. 

Cuánto cuesta: 8,50 E

Con qué me lo tomo: Demos la bienvenida a la primavera con una buena cecina de León sobre un pan de horno de leña, empapadito en un poquito de aceite de oliva virgen extra de hojiblanca. 

Su momento: Desde ya hasta dentro de 2-3 años.

Tinto Dominio de Tares Cepas Viejas 2015.

Apuntes de Cata: De vibrante rojo apicotado, lo primero que llama la atención es que, a pesar de su año de crianza en barrica francesa y americana, la madera no sobresale en absoluto. En esta añada 2015 resalta especialmente su elegancia, le ha salido un vino finísimo, largo y perfectamente conjuntado a su enólogo, Rafael Somontes. No voy a hablaros de fruta, especias, tinta china... hoy no. Solo os voy a decir que es esencia berciana bien entendida, y que, tanto si sois habituales del Viñas Viejas como si es la primera vez que oís hablar de él, este 2015 es imprescindible.

 

Cuándo me lo tomo: Desde ya hasta dentro de al menos 5 años estará perfecto.

Cuánto cuesta: 13 euros

Con qué me lo tomo: Yo, este sábado, me tomaré una botella con un buen botillo berciano y muuchos amigos. Mejor, imposible.

Los tintos Bembibre

San Román de Bembibre es el pueblo donde se encuentra la bodega y éste es un homenaje a la tierra que da vida a sus vinos. Aunuqe varía según añada, rondan los 16 meses en barrica de roble francés. Catamos “en vertical”, que es como nosotros los catadores llamamos a catar el mismo vino en diferentes añadas. Es una manera estupenda de descubrir el perfil del vino, de notar cambios climatológicos y enológicos… Nosotros catamos las añadas 2012, 2010, 2008 y 2006. Hablaré, por un lado, de la 2012, que es la última elaborada y luego la 2008, porque es la que más me gustó de todas. Aunque la que más me sorprendió fue la 2006, tanto en estos Bembibres de los que hablo, como de los P3 de los que habla´re después. Parecían hijos de otro padre. Puede que sea porque al cumplir la década los mencías hacen “clic” y se transforman , enseñando los terciarios, con sus cueros y tabacos. Puede que esa diferencia sea producto de una climatología diferente o puede que tenga que ver que los 2006 los elaboró otro enólogo, Amancio Fernández, pero la diferencia está ahí. Los vinos hablan.

Bembibre 2012. 100% Mencía. DO Bierzo. B Dominio de Tares.

Desde su color nos habla de su extrema juventud. Aún le falta algo de integración, de tiempo en botella, vamos, pero ya se le ven grandes maneras. Mucha flor azul, tinta china, fruta negra como la ciruela a raudales y una presencia algo pronunciada de las notas dulzonas de la madera. En boca tiene ese sello de frescura, con fruta para dar y tomar, con los ahumados y tostados de la barrica por limarse ligeramente.

Bembibre 2008. 100% Mencía. DO Bierzo. B Dominio de Tares.

Por lo que me enamoré de este vino fue por el sello “terruño” que lleva marcado a fuego. Habla el lenguaje de la tierra, con ese lado de tinta china, de carbón, de incienso apagado, pero con muchísima fruta negra y recuerdos mentolados que lo refrescan. En boca es extraordinariamente armónico (el otro punto que me enamoró), se desenvuelve tan bien: sedosidad, complejidad…¡guau!

Cuánto cuestan: la añada en el mercado está sobre los 25 euros

Con qué me los tomo: Con una empanada de batallón

Su momento: Al 2012 démosle unos meses de ventaja, hasta navidades y luego… ¡larga vida al bembibre!

Los tintos Tares P3

P3 es el nombre con el que los de la casa llamaban al Pago de San Carlos, el Pago Nº 3. Una parcela de cepas filoxéricas centenarias en el que la mencía consigue expresarse de una manera realmente especial. Suele contar con unos 16 meses en barrica de roble francés. También en este caso pudimos catar diferentes añadas quedándome con el recuerdo de la 2008. Magistral.

Tinto Tares P3 2008. 100% Mencía. DO Bierzo. B Dominio de Tares.

Me fascinó sus elegancia, su sutileza, con una boca redondea, estructurada pero sedosa, uno de esos vinos en los que ve identidad, terruño, con todo colocado en su sitio. El perfil del vino es aún más complejo que en los bembibres, menos explosivo, comedido, pero desvelando una grandeza importante.

Cuánto cuestan: la añada en el mercado ronda los 50 euros

Con qué me los tomo: Con un botillo berciano

Su momento: Este 2008 está justo ahora en un inmejorable momento.